Anillos baño de plata motivos mallorquines
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Una curiosidad.....Hace exactamente 70 años llegaba el día del primer desfile de Christian Dior. Aún era un desconocido para el público, pero conquistaría al mundo con sus líneas Corolle y En 8, que presentó al mismo tiempo que su primer perfume, Miss Dior.
Miércoles, 12 de febrero de 1947. Esta mañana, París despierta con -6 °C. Es el último día de la temporada de desfiles de primavera-verano, y es el invierno más frío desde 1870. Christian Dior llega muy temprano a la avenue Montaigne. La calle todavía está tranquila, pero en el número 30 ya reina una mezcla de ansiedad y excitación. Carmen Colle ha trabajado toda la noche para terminar la disposición de los accesorios en la pequeña tienda de bisutería de la planta baja. En el primer piso, los floristas están desde el alba arreglando la extravagante decoración compuesta por miles de flores: guisantes de olor, rosas, muguetes blancos y largos delphiniums azules. Por todas partes, se vaporizan litros de Miss Dior para que los invitados descubran, en exclusiva, las notas de la primera fragancia que el diseñador-perfumista lanzará a fin de año. A las diez, una multitud en plena efervescencia se agolpa frente a la entrada. Las recepcionistas dejan pasar de a tres personas por vez. En apenas treinta minutos, los salones gris perla y blanco están colmados de gente; tanto es así que la gran escalera pronto es tomada por asalto. A este palacete repleto de gente también acuden la prensa internacional y los amigos de siempre: la periodista internacional de la revista Vogue estadounidense, Bettina Ballard; los artistas Jean Cocteau, Henri Sauguet, Christian Bérard; la mujer del embajador inglés, Lady Cooper; Louise de Vilmorin… Nadie ha faltado a la cita. De pronto, el "fru fru" de las telas hace callar a los presentes. Comienza el desfile. Una, dos, tres siluetas, que recuerdan a las flores, se deslizan al ritmo de sus poéticos nombres: Cocotte, Cythère, Colibri, Caprice… Los 24 modelos de la colección acentúan las curvas femeninas. En una Francia aún estigmatizada por la Segunda Guerra Mundial, Christian Dior apuesta a la fastuosidad y al lujo. Hace falta una audaz cantidad de tejido —más de veinte metros de faya azul marino— para que el modelo Chérie despliegue el inmenso abanico de su larga falda con plisado sol. Su perfil de ninfa y su cintura de avispa dibujan una nueva silueta, un "new look". Esta expresión de Carmel Snow, jefa de redacción de Harper’s Bazaar, dio la vuelta al mundo mientras los periódicos franceses estaban en huelga. La magia se hace realidad bajo una lluvia de aplausos. Christian Dior sacralizó el cuerpo de la mujer con sus curvas y, con este golpe de genialidad, declaró pasada de moda la silueta cuadrada, herencia de la guerra. En armonía con la melodía de la época, simplemente propició el regreso al arte de complacer y a la alegría de vivir.
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